Otro Himno a Nanna/Sin
No se revelaban otros sentimientos cuando se dirigían a divinidades de menor altura y
envergadura que las precedentes. He aquí un fragmento de plegaria al dios patrón de la Luna, Sin
(que los sumerios llamaban Nanna). El texto, bilingüe, puede remontarse al segundo milenio:
Señor, Principe de los dioses,
el único grande en la Tierra y el Cielo...
Oh venerable Nanna, Príncipe de los dioses...
Señor de corona resplandeciente...
Maravillosamente hecho para reinar, Príncipe de los dioses.
¡Joven Toro de cuernos brillantes,
de estatura admirable y barba de lazulita,
lleno de vigor y de atractivo!
Oh fruto engendrado de Ti mismo, personaje sublime,
y magnífico de contemplar:
jamás se tiene bastante de tu belleza.
Seno maternal que todo has puesto al día,
Tú que resides en lo alto, muy por encima de los hombres.
Oh Padre benévolo,
Que tienes en tus manos la vida del universo.
Señor, tu Divinidad resplandece con gloria
más alta que el Cielo, más inmensa que el Mar.
Tú has creado la Tierra, y en ella estableces los templos,
asignándoles su nombre.
Padre y progenitor de los dioses y los hombres,
Tú les has destinado sus residencias,
y has organizado su culto.
Tú que nombras a los reyes y distribuyes los cetros,
que, mucho tiempo antes, decides los destinos.
Desde el horizonte, no dejas de subir al cénit,
para abrir las puertas del Cielo,
y difundir por doquier la Luz.
Tú, Señor, tomas todas las decisiones,
sin que nadie pueda nunca cambiar nada.
¿Quién es sublime en el Cielo? Sólo Tú...
¿Quién, en la Tierra, es Altísimo? Sólo Tú...
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