Epopeya de Gilgamesh tablilla 1 Columna III
El cazador abrió [su boca] para hablar, Diciendo a [su padre]:
«Padre mío, hay [un] hombre que [ha venido de las colinas], Es
el más poder[oso de la tierra]; vigor tiene. [¡Como la esencia] de
Anu, tan tremendo es su vigor! [Siempre] recorre las colinas,
[Siempre] con las bestias [se nutre de hierba]. [Siempre planta]
los pies en la aguada. [¡Tan espantado estoy, que] no oso
acercarme a él! [Cegó] las hoyas que yo había excavado,
[Destrozó] mis trampas que yo había [puesto], Las bestias y las
criaturas del llano [Hizo escapar de mis manos]. [¡No permite
que] me dedique a la caza!»
[Su padre abrió la boca para hablar], Diciendo al cazador:
«[Hijo mío], en Uruk [vive] Gilgamesh. [Nadie hay más fuerte]
que él. [¡Como la esencia de Anu, tan tre]mendo es su vigor!
[Ve, pues; hacia Uruk dirige] tu faz, [Refiérele] el poder del
hombre. [Haz que te entregue una ramera]. Lléva(la) [contigo];
(20) [Prevalecerá sobre él] a causa de [un mayor] poder.
[Cuando abreve los animales en] la aguada, [Se quitará] el
ves[tido, mostrando desnuda] su madurez. [En cuanto vea] a
ella, a ella se acercará. ¡Le rechazarán las bestias [que crecieron]
en su estepa!» [Oyendo] el consejo de su padre, El cazador avanzó [hacia
Gilgamesh]. Emprendió el camino, en Uruk puso [el pie]:
«[... ] Gilga[mes... ], Hay un hombre [que ha venido de las
colinas], (30) El más poder[oso de la tierra; vigor tiene]. Como
la esencia de Anu, tan tremendo es [su vigor]. [Siempre] recorre
las colinas, Siempre con las bestias [se nutre de hierba]. Siempre
[planta] los pies en la aguada. ¡Tan espantado estoy que no oso
acercarme a [él]! Cegó las hoyas que [yo] había excavado,
Destrozó mis trampas [que yo había puesto], Las bestias y las
criaturas [del llano] Hizo escapar de mis manos. ¡No permite
que me dedique a la caza!»
(40) Gilgamesh le dijo, [a]l cazador:
«Ve, cazador mío; lleva contigo una ramera. Cuando abreve los
animales en la aguada, Se quitará el vestido, mostrando
desnuda su madurez. En cuanto la vea, a ella se acercará. ¡Le
rechazarán las bestias que crecieron en su estepa!»
Fuese el cazador, llevando con él una ramera. Emprendieron el
camino, yendo rectos en su dirección. Al tercer día al sitio
indicado llegaron. El cazador y la ramera se sentaron en sus
lugares.(50) Un día, un segundo día, estuvieron sentados, junto a la
aguada. Las bestias salvajes llegaron a la aguada a beber.
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