Epopeya de Gilgamesh Tablilla 1 Columna IV y V

Columna IV

 Las criaturas pululantes llegaron, deleitándose su corazón en el agua. En cuanto a él, Enkidu, nacido en las colinas. —Con las gacelas pasta en las hierbas, Con las bestias salvajes se abreva en la aguada, con las criaturas pululantes su corazón se deleita en el agua—. La moza le contempló, al salvaje, al hombre bárbaro de las profundidades del llano: «¡Ahí está, oh moza! ¡Desciñe tus pechos, desnuda tu seno para que posea tu sazón! ¡No seas esquiva! ¡Acoge su ardor! En cuanto te vea, se acercará a ti. Desecha tu vestido para que yazga sobre ti. ¡Muestra al salvaje la labor de una mujer! Le rechazarán las bestias salvajes que crecen en su estepa, Cuando su amor entre en ti». La moza libertó sus pechos, desnudó su seno, Y él poseyó su madurez. No se mostró esquiva al recibir su ardor. Desechó su vestido y él descansó en ella. Mostró al salvaje el trato de una mujer, (20) cuando su amor entró en ella. Durante seis días y siete noches Enkidu se presenta, cohabitando con la moza. Después que (se) hubo saciado de sus encantos, volvió el rostro hacia sus bestias salvajes. Al verle, Enkidu, las gacelas huyeron, las bestias salvajes del llano se alejaron de su cuerpo. Sorprendióse Enkidu, su cuerpo estaba rígido, sus rodillas inmóviles —pues sus bestias salvajes habían huido. Enkidu hubo de aflojar el paso —no era como antaño pero entonces tiene [sa]biduría, más [am]plia comprension. (30) Volvióse, sentándose a los pies de la ramera. Mira a la cara de la ramera, atento el oído, cuando la ramera habla; [la ramera] le dice, a Enkidu: «¡Tú eres [sabio], Enkidu, eres como un dios! ¿Por qué con las criaturas silvestres vagas por el llano? ¡Ea!, deja que te lleve [a] la amurallada Uruk, al santo templo, morada de Anu e Istar, Donde vive Gilgamesh, perfecto en fuerza, y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo». (40) Mientras le habla, sus palabras encuentra favor, su corazón se ilumina, ansía un amigo. Enkidu le dice, a la ramera: «¡Arriba, moza! Escóltame al puro templo sagrado, morada de Anu e Istar, donde vive Gilgamesh, perfecto en fuerza, y como un buey salvaje señorea sobre el pueblo. Le retaré [y osada]mente me dirigiré a él,

Columna V 

Gritaré en Uruk: "¡Yo soy el poderoso! [Yo soy aquel] que puede alterar los destinos, [(Aquel) que] nació en el llano es poderoso; vigor tiene"». «[Levanta, pues, y vamos, para que vea] tu rostro. [Te mostraré Gilgamesh; donde] está bien sé. Vamos, pues, oh Enkidu, a la amurallada [Uruk], donde la gente res[plande]ce en festiva indumentaria, (Donde) cada día es fiesta, donde [...] mozos.... (10) Y mo[z]as [...] de figura. Su sazón [...] henchida de perfume. ¡Apartan a los grandes de sus lechos! A ti, oh Enkidu, que disfrutas de la vida, mostraré a Gilgamesh, el hombre jocundo. Mírale, contempla su faz; radiante está de virilidad, fuerza tiene. Todo su cuerpo es suntuoso de madurez, vigor más poderoso que tú tiene, sin descansar jamás de día o de noche. (20) ¡Oh Enkidu, renuncia a tu presunción! Gilgamesh — a él estima Samas; Anu, Enlil y Ea dilataron su sabiduría. Antes de que bajes de las colinas, Gilgamesh te verá en (sus) sueños en Uruk:...» 



Omitidas las restantes líneas de la versión asiria de la tablilla I, por cuanto la babilónica antigua de la tablilla II comienza en este punto

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