Himno a AN

¡Señor supremo, que precedes a todos, que has hecho
 poderosas las “fuerzas divinas” perfectas,
 el más anciano de los señores!
 El que levanta la cabeza, el enorme, el toro, del que sale todo germen,
el del nombre importante, revestido de poderoso terror,
 cuya suprema sentencia nadie derriba,
 la «montaña de las puras fuerza divinas», revestido de terror,
 se ha sentado en el sillón grande:
 le miró desde lejos con su mirada fija,
al príncipe Lipit-Ishtar le miró con su mirada fija,
le dio vida para días lejanos,
 al príncipe Lipit.Isthar le dio vida para días lejanos.
 La sentencia de An está sólidamente asentada,
 ningún dios se opone a ella,
los dioses Anunna, todos los dioses
 se reunieron con él en el lugar del destino.
 Ha hecho aparecer radiantemente todas las grandes «fuerzas divinas»,
 los dioses del cielo [por esto] acudieron a él.
 dispuso con justicia las reglas [del cielo],
 cualquiera se le doblega en el cielo y en la tierra.
 Con su suprema «fuerza divina», en […],
 el gran An regaló el reino estimado a Lipit-Isthar, hijo de Enlil.
 Grande es An, el dios que aparece es grande,
 el apoyo del poderoso An es el rey Lipit-Ishtar.
 An, con su corazón rebosante de gracia, lo nombró rey,
[y] le habló fielmente al descendiente real:
– «¡Lipit-Ishtar, te he otorgado poder, que levantes orgullosamente tu cabeza al cielo,
que, igual que una tempestad naciente, seas tú revestido de terrible resplandor,
 que tu temporal cubra a todos os enemigos [y] a la tierra extranjera insubordinada!
 ¡Impusiste justicia a Sumeria y Acad, alegraste el corazón del país,
 Apareciste, Lipit-Ishtar, hijo de Enlil, reluciente como el día!
 ¡[Qué] las ciudades donde viven los hombres estén al unísono contigo,
 que el pueblo de los “cabezas negras”, numerosos como las ovejas, siga tu buen mandato!
 ¡Lipit-Ishtar, hasta del país extranjero tú eres su rey!
¡El alto trono principal, el adorno eterno,
 Enlil te dio fielmente, te consolidó su fundamento,
 Zu-en te colocó la corona firmemente, que la lleves para siempre!
 ¡Enki te revistió de las “fuerzas divinas” del principado,
Inanna te acompaña en su vestido de princesa,
 que te acompañen el buen Udug, el espíritu tutelar del Ekur,
 que intercedan por ti en tus ofrendas alimenticias,
 cuando ofrezcas uvas y leche!
 ¡Niño, criatura de Enlil, que todo lo logres!»
 An, revestido de terror, te ha donado a ti,
 al hijo elegido de E[nlil], grandes dones.
 La palabra de An determina la buena suerte,
 la palabra del gran An [determina] la buena suerte;
 a Lipit-Ishtar, hijo de Enlil, [le ofrece su] brazo. 

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