Epopeya de Gilgamesh Tablilla 2 Columna I y II


Gilgamesh se levantó para revelar el sueño, Diciendo a su madre: «Madre mía, durante la noche me sentí alegre y anduve en medio de los nobles. Las estrellas aparecieron en los cielos. La esencia de Anu descendió hacia mí. (10) Intenté levantarlo; ¡pesaba demasiado para mí! Intenté moverlo; ¡moverlo no pude! La tierra de Uruk lo rodeaba, mientras los nobles besaban sus pies. Cuando afirmé mi frente, me dieron soporte. Lo levanté y lo traje a ti». La madre de Gilgamesh, que todo lo conoce, Dice a Gilgamesh: «Ciertamente, Gilgamesh, uno como tú nació en la estepa, y las colinas le criaron. (20) Cuando le veas, [como (de encima de) una mujer] te regocijarás. Los nobles besarán sus pies; Tú le abrazarás y [..]. a él; Tú le conducirás a mí». Se acostó y vio otro [Sueño]: dice a su madre: «[Madre mía], vi otro [...] en la confusión. En la calle [De] Uruk de amplios mercados había un hacha, y (30) se habían reunido alrededor de ella. Singular era la forma del hacha. En cuanto la vi, regocijéme. Me gustó, y como si fuera una mujer, me atrajo. La cogí y la coloqué en mi costado». La madre de Gilgamesh, que todo lo conoce, [dice a Gilgamesh]: 

(Laguna breve)

(II) 

«Porque hice que rivalizara contigo». Mientras Gilgamesh revela su sueño, Enkidu se halla sentado ante la ramera. [... ] ellos dos. [Enki]du olvida dónde nació. Durante seis días y siete noches Enkidu sale, cohabitando con la m[oza]. Después la ramera abrió la boca, (10) diciendo a Enkidu: «Según te veo, Enkidu, te has hecho como un dios; ¿Por cuál motivo con las criaturas salvajes tú recorres la llanura? Levántate, te guiaré a Uruk, de amplios mercados, al templo santo, morada de Anu; Enkidu, levántate, te guiaré a Eanna, morada de Anu, dnde vive [Gilgamesh, cabal] en sus hazañas, (20) Y tú, co[mo...], amarás [a él como] a ti mismo. ¡En pie, álzate del suelo, lecho del pastor!» Escuchó sus palabras, aprobó su alocución; El consejo de la mujer cayó en su corazón. Ella se quitó (sus) vestidos; con una (prenda) le ciñó, con la otra prenda (30) vistió a sí misma. Tomándole de la mano, le lleva como una madre a la junta de los pastores, al sitio del redil. En torno a él los pastores se apiñaron. 

(Faltan varias líneas).



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